En las tranquilas aguas del Mar Caribe, un pescador solitario navega en su humilde embarcación a medida que el día se desvanece. El cielo se tiñe de tonos violáceos y azulados, reflejándose en la superficie ondulante del mar. Esta escena, capturada en el cruce de Punta Ahúna, entre la bahía de Taganga y el Parque Tayrona, nos transporta a un momento de serenidad y paz. El pescador, con su silueta recortada contra el horizonte, parece formar parte del paisaje marino, sumergido en la rutina de su oficio ancestral. La imagen transmite una sensación de armonía entre el hombre y la naturaleza, invitándonos a apreciar la belleza de los atardeceres caribeños y la vida sencilla de aquellos que dependen del mar.