Juanita Richter nos invita a acercarnos y reflejarnos en sus pinturas sobre cerámica, en las cuales representa la inmensidad de la naturaleza viva que vibra con cada color y espontaneidad, entre el dibujo y el grabado (incisión sobre la arcilla) donde refleja su sensibilidad al plasmar paisajes referentes a la gran geografía y zoología colombiana.
La exposición está conformada por una serie de cerámicas, lámparas y dibujos realizadas por Juanita Richter y su equipo, con un lenguaje amplio en formas y colores, que reinterpretan figuras humanas, fauna y flora de diferentes lugares del trópico colombiano, del páramo y los altiplanos. La temática que caracteriza su obra nace de su percepción y fascinación por el ecosistema silvestre, primitivo, tropical y salvaje expresado a través de lo imaginario o real, del amor a la selva y la sabiduría de las leyes naturales, historias y mitos.
En sus obras podemos apreciar las características del dibujo aplicado a la cerámica en espacios llenos de color, texturas y matices en variadas figuras como pájaros y poses de colibríes danzando en sus vuelos, insectos y ranas en sus hojas, osos hormigueros, monos y jaguares en sus ramas, peces en sus aguas, mariposas en sus flores, caballos, palmeras, helechos, y frailejones en la preeminencia latente del paisaje. Encontramos también escenas colombianas de mujeres indígenas en sus tareas cotidianas como tejer, recolectar o amamantar. Todos estos elementos característicos como seres nativos de la pintura en la cerámica de Juanita reunidos en un plano entre la abstracción y fusión se sintetizan en sus baldosas contando historias.
Juanita hace con su pintura sobre cerámica perseverar el retrato vivo de diversas especies en el tiempo, trasladando la esencia de la biodiversidad colombiana en un abanico permanente de infinitas tonalidades en sus obras de arte.
Su proceso creativo se inspira en el estudio de la naturaleza, marcado por sus memorias de infancia, dibujando el presente, jerarquizando y uniendo elementos de la fauna y flora colombiana, rostros, figuras, leyendas y relatos, seguido del proceso de llenar el interior del dibujo en variedad de colores, cocerlos a temperatura de 1.200 grados centígrados, hasta que se tornen fuertes, dándole forma y contenido a lo que sobre los caballetes eran pasteles sutiles. Finalmente reluce la identidad y rasgo único de su obra.
Escrito por Paula González Latriglia