La obra de Daniza Jurin Figueroa, es un viaje por las costumbres que dan forma a la identidad de distintos pueblos y comunidades. A través de su pincel, retrata la esencia de los territorios, los climas y los quehaceres cotidianos, reflejando cómo cada entorno moldea la vida de quienes lo habitan. Desde los afrodescendientes con su ritmo innato y su vestimenta vibrante, hasta los campesinos que trabajan la tierra con su sabiduría, pasando por los rasgos heredados de sus propios ancestros, cada pieza es un testimonio de la diversidad cultural que nos define.
Más allá de lo figurativo, su arte es una conversación con la historia, con el legado de quienes la precedieron y con las emociones que atraviesan generaciones. A través de sus obras, Daniza da voz a los silencios, cuerpo a las tradiciones y alma a los retratos que, aunque imaginados, siempre encuentran un vínculo con alguien real.
Los personajes que representa en sus pinturas son retratos y parejas, que cuentan historias cotidianas celebrando la conexión humana y la belleza interior de cada ser, y de diferentes culturas que plasma: una mujer recogiendo flores silvestres, descubriendo en ellas un propósito más allá de su belleza; un pescador, vestido con tonos alegres, esperando a sus clientes en una tienda junto al mar; una mujer sumergida en el aroma del romero, conectándose con la naturaleza y sus dones. También explora los rituales que nos acompañan en la vida y la muerte, como los funerales afrocolombianos donde la música y el baile transforman el duelo en un homenaje. La admiración que la artista destaca en la elegancia y refinamiento de las personas afrodescendientes que representa, se reflejan en figuras estilizadas. En los retratos de mujeres, destaca la feminidad y delicadeza, incorporando elementos como vestidos y accesorios que reflejen su identidad cultural, combinando vanidad y seducción. El objetivo de la artista es fortalecer el sentido de identidad, honrar y valorar costumbres.
El vestuario, determinado por la región y el clima, es un elemento esencial en su obra. En la calidez del Caribe, los colores vivos y los tejidos ligeros reflejan la alegría y extroversión de quienes viven junto al mar. En las zonas rurales y montañosas, las prendas más sobrias y funcionales hablan de una vida más reservada y de una conexión más pausada con el entorno. Cada imagen evoca la apariencia de cada personaje, su energía, su carácter y su forma de estar en el mundo.
Sus obras de colores llamativos y vibrantes se equilibran en la introducción gradual de la luz y la sombra, destacando delicados trazos que añaden profundidad y dinamismo a sus personajes y escenas. Las formas orgánicas y circulares encuentran un lugar especial en la composición detonando armonía en la narrativa visual que busca transmitir.
Escrito por Paula González Latriglia