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EL FUTURO EN VERSOS

— Adriana Ramírez, artista, 05-05-2025

Para muchas personas, la experiencia del arte contemporáneo es un muro más que una puerta; en especial para quienes el intelecto gobierna sobre el instinto y la intuición. Necesitan al autor para que les explique, y visitar una muestra significa arriesgarse a sentirse ignorantes o demasiado confrontados. Entonces, acuden a la negación: “No logro captar la intención de la obra”, “No entiendo, no me conecto, por lo tanto, no voy”. Y de verdad, no van.

Entonces, si Mahoma no va a la montaña pues que la montaña vaya a Mahoma. Y he aquí uno de los principios de las OBRAS VIVAS: atravesar las obras en el camino de las personas, introducir algo extraordinario a su paso, confiando en el azar y creando una provocación para asistentes fortuitos; ahora imaginen, ¿si esas personas además de ser espectadores tienen la posibilidad de convertirse en actores y coautores de la propuesta? La experiencia del público dejará de ser un acto de solo consumo, percepción e interpretación y pasará a un plano donde co-crear es una opción. Sentir la voluntad propia, ejercer la libertad e intervenir una obra de arte, -modificando tanto la materia como su intención-, y sobre todo volverse parte de la construcción de sentido de ella son posibilidades reales en las OBRAS VIVAS y, en el trasfondo creativo, su razón de ser.

Si alguna vez ustedes han tenido el chance de experimentar cualquiera o varios de estos atributos en propuestas artísticas y han seguido sus ganas de participación, entonces habrán sido parte de una obra viva.

Estas plataformas creadas para la acción y la participación están enmarcadas en el la estética y el arte relacional, aquel donde el objetivo son las relaciones interpersonales y los objetos son solo la excusa para que “algo” germine. Con esto en mente, paso a contarles sobre “El Futuro en Versos” una obra viva que abrimos, en conjunto con los equipos del museo JOVEM y ROTTOR, en Guadalajara México el pasado mes.

Al primer contacto con el equipo curatorial del museo, uno dedicado al arte y a la tecnología, propuse un objetivo claro: Que la seducción, el asombro y la reflexión fueran inspirados por lo que sucedería a través de la tecnología y no por la tecnología en sí misma.  Este aspecto es clave, ya que diferencia la vivencia de las personas siendo parte de una obra viva, a lo que se experimenta por ejemplo en las proyecciones gigantes que -aun siendo mágicamente interactivas algunas-, se quedan en planos de la percepción y el consumo de la propuesta o del enunciado hecho por quien las crea. El reto era otro: Crear un espacio de conversación y participación donde los enunciados fueran en dos vías. La “cosa” a crear debería ser maleable por quienes participaran y su co-autoría un hecho a celebrar y compartir.

Con ello en mente, la experiencia propuesta giraría alrededor del concepto FUTURO. Analizamos el perfil de nuestros visitantes, a sabiendas de que tendríamos cientos de personas interactuando en cuestión de horas. Trabajamos en cierta medida contra el tiempo. Hicimos alianzas con personas que además tener un amplio conocimiento sobre tecnología de punta, tenían el carisma que se requiere cuando de atender público se trata. Soñamos cada una desde su propósito y afortunadamente coincidimos (esto es de resaltar porque para lograr propósitos de avanzada es necesario buscar y hacer alianzas con personas o entidades con intereses en común).

Finalmente, lo que resultó fue un poderoso espacio de participación permitido por una máquina de escribir y una pantalla led de 25 metros cuadrados, donde las personas iban descubriendo palabras como ALARGAESCENCIA, MUNDENTE, NOVOURBE, ACENTURAR Y CONCENTURAR. Se iban dejando seducir por la idea de ser parte y luego eran invitados a escribir y proyectar sus propias creencias o sentires acerca del futuro, esto en grande:

Algo particular de esta experiencia es que se llevó a cabo dentro de una comunidad. Era el encuentro anual de una de las empresas más grandes de México. Llegaron personas de cada rincón del país con sus maneras de ser, de vestir, de caminar y de atender una invitación. Había también personas de toda Latinoamérica; hasta de Rusia llegaron. Hago énfasis en este aspecto porque no es lo mismo abrir una obra viva y de participación en un espacio público X, a hacerlo en un espacio público dentro de una comunidad específica. Cuando esto sucede, los intereses compartidos y las estructuras sociales que amalgaman la comunidad subyacen y predefinen la manera en que sus miembros reciben, viven y se apropian de una propuesta.

En ese orden de ideas y hablando sobre el espíritu de la acción artística, puedo afirmar que, en el proceso creativo de obra participativa para una comunidad, la naturaleza de esta ha de ser concebida tanto como criterio de diseño, como fuerza externa que en su momento moldeará el ánimo y el expresar de los participantes y por ende el desarrollo y el resultado de la obra misma.

Aquí es cuando entra en escena uno de los atributos fundamentales de las obras vivas y que denomino “flexibilidad poética”. Este se refiere a la capacidad de quien propone la experiencia, la artista, de entender y permitir con soltura que la obra se moldee a voluntad de sus invitados, que llegue a resultados no esperados o que, en un pequeño porcentaje de posibilidades, fracase. En otras palabras: “Soltar el balón”.

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Las preguntas en el trasfondo son entonces:
¿Qué define lo público?
¿Cómo algo pasa de lo privado a lo colectivo y luego a lo público?
¿Es lo público aquello que no pertenece a nadie en específico y es de todos?
¿Entonces, el lenguaje sería acaso un ámbito público?

Hago énfasis en esto porque la semilla de EL FUTURO EN VERSOS es la necesidad urgente de reconocernos como los creadores de aquello que viene. Por eso, propongo popularizar dos palabras que inventé para nombrar la relación de responsabilidad que tenemos con el futuro:
Acenturar y Concenturar (en inglés: Advenbrace).

  • Acenturar: Acción de enfocar la energía personal en aquello que viene, reconociendo que le doy forma al futuro con mis decisiones, actos y omisiones.
  • Concenturar: Hacerlo de manera colectiva.

Las preguntas en el trasfondo son entonces ¿Qué define lo público? ¿Cómo algo pasa de lo privado a lo colectivo y luego a lo público? ¿Es lo público aquello que no pertenece a nadie en específico y es de todos? ¿Entonces, el lenguaje sería acaso un ámbito público? Hago énfasis en esto porque la semilla de EL FUTURO EN VERSOS es la necesidad urgente de reconocernos como los creadores de aquello que viene y la intención de popularizar el uso de dos palabras que inventé para dar cuenta de la relación de responsabilidad que la humanidad y cada persona tiene con el futuro: Acenturar y Concenturar (en inglés Advenbrace). La primera denomina la acción de enfocar la energía personal en aquello que viene, reconociendo que le doy forma al futuro con mis decisiones, actos y omisiones. La segunda, concenturar, significa hacerlo de manera colectiva. 

Aprovecho esta ocasión para invitarles a que asuman como propias estas dos palabras y las usen en su día a día; que vivan su significado como la conexión SER-FUTURO urgente de reconocer y de paso sean parte, porque el sueño o la meta es que algún día estas dos palabras sean incluidas en el diccionario y pasen a ser entonces del dominio público. 

Este en realidad es un llamado a la acción, una invitación a concebir la historia como una narración viva que además de pasado, tiene presente y futuro y de la cual somos protagonistas y por lo tanto responsables; es también un boleto para reconocer el poder de las palabras en la construcción de nuestras realidades, las personales y las colectivas.

Cierro con una cita de Immanuel Kant y una que propongo desde la práctica artística:

“Lo bello encanta; lo sublime conmueve”.

“Lo crítico transforma; lo abierto permite”.

— Adriana Ramírez, artista

Comparto con ustedes algunas de las palabras creadas por el equipo curatorial del museo para hablar del futuro concibiendo el lenguaje como aquello que da forma a nuestras realidades:

  • Futusión: Ilusión por el futuro. Imaginar un futuro agradable para todos.
  • Copropiación: Apropiación colectiva.
  • Conspropiación: Apropiación consciente.
  • Transabiduría: Transmitir conocimiento sin jerarquías.
  • Alargascencia: Conducta de alargar cualquier objeto de consumo.
  • Geshanti: Persona que sabe llevar paz (gen: crear, shanti: paz en hindi).
  • Consequius: Justicia cumplida. (ConsequiIus)
  • Conexocentro: Espacio (físico o digital) donde la comunidad se une y colabora.
  • Novourbe: Comunidad futurista basada en tecnología, innovación y sustentabilidad.
  • Simbiónica: Relación armoniosa entre humanos y tecnología.
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Agradecimientos especiales a Dayanna, Florencia, Jackie, Leilani y a todo el equipo del Museo JOVEM y ROTTOR

FUTURO EN VERSOS / Adriana Ramírez

Adriana Ramírez es una artista que, además de hacer cosas, disfruta hacer que las cosas pasen. Su práctica artística se enmarca en el arte y la estética relacional, donde lo primordial son las interacciones personales. Se considera una dibujante en el campo expandido, y su trabajo se sustenta en tres principios fundamentales:

“La verdad no existe (pero podría)”,

“La vida es una experiencia escultórica”,

“Creamos nuestras realidades con las distinciones, las palabras, los silencios y las preguntas que hacemos y compartimos en el día a día”.

Con más de 25 años creando y abriendo espacios para la participación, lleva 13 años dedicada a la disposición y conceptualización de lo que denomina OBRAS VIVAS. Estudió Artes en la Universidad de los Andes, en su ciudad natal, Bogotá, y tiene una maestría en Creatividad otorgada por la Escuela de Artes de Utrecht (MaHKU), en los Países Bajos.

Su obra forma parte de las colecciones del Museo Arte al Límite, La Neomudéjar y el Museo de las Artes de Guadalajara (MUSA). Ha dispuesto Obras Vivas en Colombia, Chile, México, Estados Unidos, Cuba, Holanda y España. Su pieza (r)Evolución de un himno está incluida en la sala permanente Ser y Hacer, dedicada al arte, en el Museo Nacional de Colombia

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